El ritmo de la vida.
Hace años hice un curso de control mental del Método Silva que me enseñó a incorporar a mi vida prácticas de meditación. La unión de dichas prácticas y las técnicas de mindfulness o “atención plena” del que realicé el curso de formación de Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR) basado en el programa fundado por el prestigioso Dr. Jon Kabat-Zinn de la Universidad de Massachussets Medical School, son lo que me llevan a este apartado o sección de mi blog.
Todo lo que nos rodea tiene un ritmo o una frecuencia, desde la luz, el sonido y los colores hasta las pulsaciones de nuestro corazón. A su vez nuestro cerebro también produce unas ondas que varían según el estado de sueño o de vigilia, según el estado de tranquilidad o de nerviosismo, de lo distraídos o concentrados que nos encontremos hasta incluso de nuestro estado de salud.
Cuantas veces nos gustaría poner nuestra mente en blanco y desconectar de nuestro entorno, cansados de nuestra rutina y del estrés. Necesitando tomar una pausa para centrar nuestras preferencias y necesidades.
Cuando nuestro día a día es una carrera, los atascos, las voces, ¡ay que llegamos tarde!, el jefe enfadado, las riñas con los hijos, sin tiempo para comer. La rutina dichosa que nos hace sentirnos como robots, que al levantarnos nos dan al botón de encendido y allá apáñate como puedas. Hasta la noche dormir y vuelta a empezar.
Que locura y que forma de no fijarnos en los detalles, de perder los valores, de no estar atentos ni ser consientes de nuestra persona, de nuestro yo.
Cuando fue la ultima vez que te encontraste observando el movimiento de las nubes y las formas que parecen dibujar, que te has parado en sentir las gotas de lluvia caer por tu cara suavemente o en percibir el olor intenso del mar con su ir y venir de las olas. Saborear una comida, disfrutar de una sonrisa del niño a punto de hacer una travesura o ese guiño de complicidad con tu marido. Todos esos pequeños detalles que nos han enseñado a vivir.
Nuestro cuerpo está ahí, pero nos hemos olvidado a «estar presentes en el presente», viviendo siempre en la distracción.
Notar nuestra respiración, tomar consciencia del momento presente y de la realidad es la base de la meditación o el mindfulness.
Con la meditación conseguimos la concentración y un nivel de control mental a base de una serie de ejercicios, donde podemos reencontrarnos con nuestro yo, alineando el campo mental, emocional y corporal. Se requiere de un entrenamiento de 5 a 20 minutos diarios, donde los resultados lógicamente serán progresivos.
Los estudios científicos han demostrado lo que ya sabían los budistas hace mas de 2500 años.
Entre los años 70 a los 80 en Estados Unidos, psicólogos e investigadores como Jon Kabat-Zinn, Jack Kornfield o Ronald Siegel desarrollaron el concepto de mindfulness que es una adaptación de algunas prácticas de origen budista, diseñadas para conocer el funcionamiento de la mente y ayudarnos a liberarnos del sufrimiento que nos pueda causar.
Con un estado de atención plena aprendemos a observar el momento, el aquí y el ahora, sin identificarnos con los pensamientos, obteniendo mayor claridad mental. Ayudando a reducir el estrés y la ansiedad, aumentando la resistencia emocional, la creatividad y amabilidad y sobre todo a poder disfrutar de lo que estamos realizando en el momento.
Por medio de la meditación tenemos una herramienta con la que podemos conseguir nuestro propio “ritmo de vida”, técnicas y tips de relajación y concentración para poder controlar el estrés, la ansiedad, los deseos, la tranquilidad, etc… todo ello trabajando con nuestras ondas cerebrales en armonía con el mindfulness.
En este apartado iré compartiendo con vosotr@s algunos de estos métodos que a mi tanto me han ayudado, esperando que os puedan servir, aunque tan solo sea para encontrar ese lugar que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior y que nos ayuda para poder estar conscientes de todo nuestro entorno y poder escoger en cada momento lo que más nos puede ayudar.
Gracias por leerme, estamos en contacto.
Liz ♡
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